Es de gran
preocupación y bastante alarmante el asunto del idioma originario y la transgresión misma que sufre día a día la
tradición oral, la memoria ancestral, el propio lenguaje nuestro, nuestra verdadera esencia, el camino milenario. Es bastante crítica y agonizante pensar como un idioma que nos ha dado vida, que nos ha dado voz por muchas generaciones hoy esté cada día en declive irreversible. Asunto que ha sido impactado por los distintos comportamientos y hechos en el cual hemos estado sometidos durante largos periodos de tiempo de nuestro país. Recientemente la corte constitucional ha sancionado manifestando que los Awá es uno de tantos pueblos que está al borde de la extinción física,
cultural e espiritual. De acuerdo a ello podemos deducir que tenemos una interminable y una ardua tarea que debemos intensificar en búsqueda de estrategias para salvaguardar el más sagrado tesoro, nuestro más valioso legado de nuestros ancestros: Nuestro idioma, y sabiduría propia ɨnkal Awá, que son las raíces que dan sentido en el mundo Awá. Para ello la comunidad deberá determinar y
generar los espacios de diálogo para plantear unos caminos que nos permitan ver lo que somos y el mundo en donde estamos convergiendo.
En este
sentido, como para encontrar el camino al que nos hemos distanciado, fuimos a
escuchar a Julio García Pascal del territorio (resguardo) Alto Albi, quien es un humilde sabedor y poseedor de la memoria de nuestros ancestros, y que aún todavía tiene ese espíritu Attɨm Awá, por ello en esta oportunidad
en una noche retomamos el diálogo que hemos venidos sosteniendo en algunas oportunidades, y si. Inició a hablar con mucha humildad y
nos describe el origen de los ɨnkal Awá, acompañado siempre de una sonrisa que danzaba
al ritmo del suave viento que llegaba junto al sonido profundo del rio Albi,
era tan armoniosa que te curaba hasta el espíritu, y hacía sentir que tenemos esa sangre Attɨm Awá. Fue así que el abuelo entró en detalle.
Algunas preguntas que nos dirigimos en idioma fueron:
- ¿de dónde venimos
los Awá, de donde surgimos los Awá?, ¿por qué nos llamamos ɨnkal Awá?
Con dichas
preguntas para abrir la conversa iniciamos, ¿Por qué estas preguntas? por lo que los Awá de estos tiempos nos sentimos confundidos
unos más que otros en un mundo que nos ha enseñado a tener una razón única
leyendo los libros en el claustro educativo e interés también por el mundo
material, razón por la cuales en los salones de aprendizaje nos siguen diciendo
que el origen de la humanidad según la religión es Adan y eva, o en el mayor de
los casos, hipótesis de la ciencia, el cual ha repercutido en nuestra manera de
pensar, dejando de lado a nuestra propia historia de origen, negando su
veracidad, su diversidad y catalogando a nuestros mayores como gente que se inventa por el solo hecho de no escribir . También lo
reafirmaba el mayor Julio en dicha conversación.
Con una sonrisa en su rostro y con la mirada fija, alegre más que un joven expresó lo siguiente:
- La
juventud de ahora no desea aprender ni escuchar a los viejos, nos dicen algunos
que decimos cosas inventadas, falsas y que repetimos siempre de lo mismo, dicen que lo que
ven y aprenden afuera es más interesante, por ello me he quedado callado.
Además, ya no me gusta hablar solo, me gusta hablar en presencia de varios
mayores donde generemos diálogos, compartamos los saberes y las experiencias de vida para saber si lo
que digo es verdad o mentira.
Frente a
esta conversación entendíamos como en la actualidad, nos hemos convertido en la
nueva generación que caminamos con retos impresionantes, de cuan distante
estamos con nuestros mayores (a), el descuido a nuestra propia educación, a lo
que en verdad nos forma para la vida y no para obtener título académico como
nos ha hecho creer como lo más importante.
Parecía como el ñankara (colibrí) que no se cansa de volar, hablaba con seguridad y siempre con una sonrisa. Seguía diciendo que a pesar de todos esos comportamiento actuales de los hermanos y hermanas Awá estaba en
total disposición para compartir lo poco que sabía.
- Yo les converso a los que quieren
escuchar. Les digo que los espíritus
como tɨpuh ɨnkua (mujer barbacha). Nuestros abuelos y padres lo miraron, eso es
reciente, pero hoy la juventud ya no ve y tampoco cree. Soltaba la risa en
medio del dialogo y proseguia:
- Les he aconsejado a los jóvenes, pero parece no
interesarles, pero cuando se meten en problemas hay si me buscan, entonces allí
es donde uno también se da cuenta de que, lo que decimos es válido, es verdad y por tanto eso me motiva conversar. Las desarmonías que empezamos a vivir sucede porque no escuchamos nuestras historias propias.
Lo escuchábamos con mucha emoción sin mirar a otro lado y entonces tuvimos la gran oportunidad de escuchar una bellísima historia de origen Attɨm Awá:
- En la
antigüedad, mucho antes de que existiésemos como hoy, caminaba el ɨnkal Awá en
su territorio y todo era tranquilo, solo vivían espíritus Awá de la selva, aves, animales,
plantas, árboles, todo lo que hay en la madre tierra. El Primer hombre lo conocemos como Attɨm,
(Awá nativo-originario, que no probó sal, sin bautizar) tɨ puh ɨnkua,(mujer barbacha que vive en lo alto de los
árboles, en ocasiones suele bajar a la tierra, permanece la mayor parte de su
vida en las ramas donde abundan los musgos) es aquella que vive en el árbol
grande, es una mujer, tiene los cabellos largos, en los bonitos atardeceres se sienta a
peinar. Eso nos contaban nuestros padres y abuelos que los veían y el pelo era de color ĩ
aish, pia aishkana, (el color de cabello es como la del maíz), los mayores lo
conocieron, todos sabían dónde vivía, vivía en el árbol grande, allí es su
casa, allí es donde vive, nuestros padres, abuelos nos aconsejaban a no jugar
con el bejuco que se cuelgan en los árboles y que llamamos wamtɨra-guandera y yo en mi inocencia les decía: - Yo no lo veo, ¿donde está?, como todo niño no sabía. Cuando desobedecía, cuando
nos veían volar (es una forma de columpio) nos regañaban. Me acuerdo mucho que jugábamos en
la wamtɨra, guandera bejuco colgado en el árbol, así nos crecimos, era la forma
como nos divertíamos. Entonces la mujer barbacha es un espíritu de la
selva.
Me contaron los
abuelos (a), que un Awá antiguo, Attɨm Awá tenía capacidad
de convertirse, él tenía la capacidad de
convertirse, en transformase en pájaro, culebra. Entonces el attɨm Awá en ese momento se encontraba volando
en la wamtɨra-guandera y de repente lo alzó, lo subió a lo alto del
árbol, él era Attɨm taita, (el padre
de los attɨm). La mujer barbacha lo vio volando en la guandera y lo
atrapó, no lo dejo bajar, lo amanso, lo convirtió en esposo, después de un
tiempo tuvieron un hijo. Cuando nació el Awá, la mujer barbacha agarro barbacha
(musgo) del mismo árbol, lo ató, lo cubrió bien adentro y lo colgó en las
ramas de aquel mismo árbol. El paishpa
kuna (bebé) se alimentaba de la lluvia que quedaba absorbida en los musgos, bebía agua de barbacha. La madre no daba de amamantar, solo se alimentaba de ello,
cuando quedó pesado, cayó a la tierra, no murió, resistió, desbarato, rompió,
lloraba, pero ellos no le ponían cuidado, se quitó la barbacha envuelto en su
cuerpo, se fue creciendo poco a poco, la barbacha quedo algo en el brazo, en el
cabello, dentro de ocho meses, nació otro, esta vez fue niña, ya el otro ya era
más grandecito, caminaba, vivía debajo del árbol, cuando el árbol es bien grande
es seco, allí vivía, comía hoja tierna, hoja cogollo, cuando vio caer a la niña, fue a recoger, le
ayudo a quitar la barbacha, no le arranco todo, lo dejo y quedo con cabello
largo, ellos ya eran attɨm Awá, cuando ya eran más grande, llego el Creador con dos
colinos de plátano, les dijo que sembraran, cuando ya esté listo para comer,
tendrán hijos (a), cumplieron lo que había dicho, cuando el plátano estaba
listo, llego el momento de comer, sintieron que era exquisito, probaron por
primera vez lo dulce, es así que nuestros abuelos son los sindawa, aquellos
hijos de Attɨm Awá, después de los sindawa somos los Awá, los ɨnkal Awá, en el
monte hemos nacido, allí vivimos, somos de la montaña.
Humildemente pudimos concluir que sentándonos
a conversar con la abuela y el abuelo podemos comprender nuestra historia, podemos entender la manera como debemos construir nuestro proceso educativo
desde lo primordial, desde lo nuestro.