Entono marimba porque allí puedo ser libre y, por supuesto, alegre. Sus melodías son interminables si las interpretas con el corazón y la mente. El límite lo pones tú, el tono lo inventas tú; es como si hicieras un camino para ir al rio. Por ello, cuando entono la música de chonta recorro la belleza de la selva, suelo inspirarme con sus hojas y la lluvia. También visito a los abuelos y abuelas de muchas generaciones Attɨm Awá.