Historia
del origen ɨnkal Awá, nuestro fundamento de resistencia y permanencia en el
territorio.
En una
noche retomamos el diálogo con el Abuelo Julio García de la comunidad de Alto
Albi, como en aquellos tiempos nuestros ancestros lo hacían, en medio de la
sonrisa, el sonido armónico del rio que despertaba sensibilidad y conexión con
nuestros abuelos(a) el abuelo narró de dónde venimos los AWÁ, de donde surgimos
los AWÁ, porque nos llamamos ɨnkal Awá.
En la
antigüedad, mucho antes de que existiésemos, un día como hoy, caminaba el ɨnkal
Awá en su territorio, todo era tranquilo, solo vivian espíritus, aves,
animales, plantas, árboles, todo lo que hay en la madre tierra.
El primer
hombre lo conocemos como Attɨm, tɨpuh ɨnkua,(mujer barbacha que vive en lo alto
de los árboles) aquella que vive en el árbol, es una mujer, tiene los cabellos
largo, en una buena tarde se sienta a peinar, “î aish, pia aishkana”, (el
cabello de ella es como el maíz), los mayores lo conocieron, todos sabían dónde
vivía, vive en el árbol grande, allí es su casa, allí es donde vive, nuestros
padres, abuelos nos exigían no jugar con el bejuco y me preguntaba y decía: “yo
no lo veo, ¿donde estará?, como todo niño no sabía, cuando desobedecía, nos
regañaban. Nuestros padres al ver dicha diversión de volar o colgarnos sobre el
bejuco, nos la cortaba. Me acuerdo mucho que jugábamos en la guandera,(bejuco
colgado en el árbol), y asi nos hemos crecido. La mujer barbacha es un espíritu
de la selva.
Cuentan los
abuelos sobre Attɨm Awá, aquella persona que tenía capacidad de convertirse, él
tenía la capacidad de convertirse en pájaro, culebra, el Attɨm en ese momento
se encontraba volando en la guandera, y entonces en ese momento lo alzó, a lo
alto del árbol, es era Attɨm papish, (el padre de los Attɨm), la mujer barbacha
lo vio volando en la guandera, entonces lo atrapó, no lo dejo bajar, lo amanso,
se convirtió en esposo, después de un tiempo tuvieron un hijo, cuando nació el
Awá, la mujer barbacha agarró barbacha (musgo) del mismo árbol, lo ató bien
adentro, y lo colgó en las ramas de aquel mismo árbol, paishpane ( el niño) se
alimentaba, o chupaba lo que llovía, bebía agua de barbacha, (absorbía). La
madre no daba de amamantar, se alimentaba de ello, cuando quedó pesado, cayó a
la tierra, no murió, resistió, desbarato, rompió, lloraba, pero ellos no le
ponían cuidado, se quitó la barbacha envuelto en su cuerpo, se fue creciendo
poco a poco, la barbacha quedo algo en el brazo, el cabello y en las partes
íntimas. Dentro de ocho meses, nació otro, esta vez fue niña, ya el otro ya era
más grandecito, caminaba, vivía debajo del árbol, cuando el árbol es bien
grande es seco, allí vivía, comía hoja tierna, hoja cogollo, cuando vio caer,
fue a recoger, le ayudo a quitar la barbacha, no le arranco todo, lo dejo y
quedó con cabello largo, ellos ya eran Attɨm, cuando ya eran más grande, llego
Dios con dos colinos de plátano, les dijo que sembraran. Cuando ya esté listo
para comer, tendrán un hijo, cumplieron lo que habia dicho, cuando el plátano
estaba listo, llego el momento de comer, sintieron que era exquisito, probaron
por primera vez lo dulce. Nuestros abuelos son los sindawa, aquellos hijos de
Attɨm y la barbacha, después de ellos somos los Awá. Somos ɨnkal Awá, en el
monte hemos nacido, allí vivimos, somos seres de la montaña.
Lugar: Alto
Albi.
Fecha: 14
de julio 2016
Mainkin Awá
pit pianmika, Narrador de la memoria ancestral Awá: Julio García Pascal
Investigación: Javier Ramiro Wanga Pascal.