| Miguel Vásquez Luna (q. e. p. d.), abogado, líder y consejero Awá. Su palabra sigue viva en la memoria de la UNIPA. |
La historia, que el presente no es siempre el mismo, les pregunto, ¿será que los que son autoridades ahora les tocó cuando niños y jóvenes vivir la realidad que estamos viviendo hoy? Yo les digo a los gobernadores que me digan, ¿será que nos tocó la misma situación que hoy vivimos a ustedes cuando eran niños, cuando eran jóvenes, les tocó vivir este conflicto tan duro como estamos viviendo hoy?
Era otra vida más tranquila. Caminábamos de noche, había las reuniones en todas las comunidades, nos íbamos a pie desde El Diviso hasta Buenavista, a las 2, 3 de la mañana hablando, cantando, tranquilos, no pasaba nada, las puertas abiertas, era otra la vida que se vivía en la región, una tranquilidad. Por ahí algún ladrón, alguna familia de ladrón, pues las comunidades lo corregían, lo castigaban, y ese era todo el grave problema que había como de seguridad, era eso.
Yo creo que los jóvenes y las jóvenes, los niños, las niñas, tienen que conocer un poquito de cómo se vivía antes, cómo se pensaba, cómo se relacionaban las personas antes. Y también creo que tiene que haber una conciencia por parte de las autoridades, por parte de los líderes, por parte de la gente que está apoyando esta organización, haciendo este esfuerzo, de que la realidad, la vida ahorita es distinta. Los niños, las niñas, las jóvenes, los jóvenes están viviendo otra realidad distinta a la que vivieron sus abuelos, a la que vivieron sus padres.
Y para eso es esta reunión, para que hagamos un diálogo y nos miremos como en un espejo, y también valoremos lo que se está haciendo. Yo le quiero preguntar a los niños y a las niñas, a las jóvenes y a los jóvenes, si ustedes están contentos y les gusta este proceso que llevan tres años, o les parece que este proceso no sirve y les está haciendo a ustedes perjuicio y daño.
¿Qué opinan ustedes? Este trabajo apoyado por UNICEF y liderado por la UNIPA, por el presidente, por Martica, por la asesora de UNICEF que nos ha acompañado, ¿ustedes qué opinan? Yo quiero que la mayoría del día nos digan, ¿esto es positivo, bueno para ustedes, o es negativo y malo? ¿Qué piensan ustedes? ¿Ha servido o no ha servido? ¿Está haciéndose con malicia para hacerles algún perjuicio?
Yo creo que tienen ustedes que tener una claridad con eso, porque siempre que hacemos un trabajo, siempre que iniciamos un tema, hay quienes les aconsejan mal y sólo ven la malicia y la maldad y están diciendo, están es robando, están haciendo mal, están engañando. Y cada vez que volteamos la espalda empiezan a aconsejar mal a los líderes, a los jóvenes, a las jóvenes para desbaratar lo poquito que se ha hecho.
Ustedes tienen que ser conscientes. Yo sí les hago un llamado y un consejo a los que están aquí, que en conciencia mire cada uno cómo entendía las cosas antes de empezar este proceso hace tres años y cómo ustedes están hablando, entendiendo, analizando hoy la realidad de los awá, los derechos de los niños y las niñas y los jóvenes y las jóvenes. Tienen que ser conscientes de eso, porque siempre hay quienes sólo critican, sólo aconsejan mal, sólo tratan de dividir y no de construir.
Yo creo que nosotros tenemos que ser también, como decían ayer, los gobernadores cuando empezamos, también tenemos que tener agradecimiento y reconocimiento por lo que se hace. Porque, como dice, el dicho, hechos son amores y no buenas razones. Haciendo el que hace es al que uno tiene que respetar, a la gente que construye, que hace, que propone, que consigue y no solamente a la gente que critica y que le pone uno la malicia en la cabeza.
Si algún sector de gente de la comunidad quiere que se mejoren las cosas, entonces también que gestione, que consiga, que proponga y que nos entregue y que se haga con los jóvenes el trabajo y se mejore con los jóvenes el trabajo. Pero no es nomás un poco enfrentar, coger unos para un lado y para otro, otros para otro lado. Ustedes como jóvenes también son faltos de algunas experiencias y no podemos dejarnos jalar.
Yo creo que ustedes tienen que coordinarse, articularse, unirse, fortalecer este trabajo que se ha hecho desde la organización y que se ha hecho desde la UNIPA con tanto esfuerzo y no tampoco sentir que ya lo saben todo, lo conocen todo y ver solamente la paja en el ojo ajeno y mirar solo los problemas y las dificultades y los errores que podamos haber cometido porque todos cometemos errores y pensar que ya solitos podemos ir. La experiencia no se improvisa.
Esta mañana les decíamos cómo el awá se ha callado por mucho tiempo y cómo el awá ha sabido con suavidad amansar a los enemigos, amansar a la montaña y entre nosotros mismos no podemos pensar que porque alguno hablamos bonito o hablamos mal, ya tenemos la fuerza y el poder de entrar a decidir todo, a enfrentar todo. Tenemos que aprender los jóvenes y las jóvenes y los niños y las niñas a tratarnos con suavidad entre nosotros y a tratarnos con suavidad con los mayores y con las autoridades. Y las autoridades y los mayores también tienen que ver que los jóvenes de ahora y los niños de ahora y las niñas y las jóvenes no son los de antes, que eran callados, que eran respetuosos de todo porque era otra forma de vida, otra forma de compartir cómo los hijos trabajaban con los padres, las hijas con las madres y se acompañaban permanentemente.
Entonces había una forma muy clarita de familia, de producción, de trabajo, pero ahora en la zona ha llegado la hoja que no se come, ha llegado la violencia, ha llegado los grupos armados, ha llegado unas relaciones humanas, unas formas de relaciones humanas, unas formas de poder, unas formas de autoridad, unas formas de manejo de las personas y de los grupos humanos distintas a como se acostumbraba entre los awá.
Entre los awá, como decíamos esta mañana, yo no hago esto porque mi papá me habla, porque mi mamá me habla. O sea, había un respeto grande que solo reclamar con la palabra ya era una ofensa. Solo decir usted me robó una gallina, la gente daba una cantidad de vuelta y una cantidad de razones y una cantidad hasta del mismo chisme para controlar, para no enfrentar directamente, para no hablar directamente. Y fue una forma de resistencia cultural del awá, que no tenemos que decir a los jóvenes ni estamos aconsejando, cállense, no digan nada, no hablen.
No, pero queremos que los jóvenes entiendan que los mayores se formaron de otra forma y en otra relación de más respeto tanto con la naturaleza como entre ustedes mismos y también que los mayores entiendan que a los jóvenes y a los niños y a las niñas y a las jóvenes les ha tocado ahorita otra realidad, otra vida, otras relaciones.
Ahora ya están los señores con los fierros y ya cómo es el mando en el territorio por parte del ejército, por parte de los grupos armados, cómo es el manejo y la ocupación. Entonces yo creo que en eso tenemos que hacer un diálogo, tenemos que hacer un entendimiento y una comprensión entre los mayores y entre la juventud, porque son la misma raíz y son los mismos y lo que tenemos es que complementar, juntar el esfuerzo, unir.
Antes yo me acuerdo que me contaban, Gabriel, y me contaban las autoridades que yo preguntaba, ¿el niño va a la escuela? Y algunos decían, si va porque quiere ir o no va porque no quiere ir. Entre los awá ha habido un respeto, no ha habido esa agresión permanente. Yo en la sociedad donde yo vivo, en la generación que yo me tocó vivir, llegaban los papás borrachos a pegarle a los niños, a pegarle a las mujeres, a pegarle a las niñas.
Cuando se emborrachaban llegaban y tocaba mejor que ellos esconderse, toda la familia, porque el papá era acabarnos a nosotros y a nosotros nos tocó vivir eso de niños, de ver al papá, el día llegaba contento y nos metía por las narices y por los ojos la comida y otro día llegaba acá a pegarnos a todos, sin nosotros saber, chiquitos, por qué nos pegaban, qué habíamos hecho, estábamos dormidos y el señor borracho llegaba a pegarle a mi mamá, a pegarle a los hermanos, a las hermanas.
Esa violencia nos tocó vivir a nosotros, nos tocó vivir esa forma tan dura. Así para la educación decían los profesores la letra con sangre entra, o sea el profesor tenía una regla, una regla de palo o una regla de metal grande y si uno no contestaba le tocaba poner las manos y le daban unos reglazos pero durísimos en las manos, atrás, era la letra con sangre entra, que sangre el niño a ver si aprende, a las buenas a las malas aprende, de rodillas con narices, eso así, cuclillas contra una pared, pero entonces uno termina llorando del dolor de las piernas, de estar en unas posiciones, entonces hubo castigos físicos, no así tanto entre los awá.
El niño awá estando en su casita alta, ese todo el día lo que están diciendo no coja, no haga, no hable, la cultura de ustedes es una cultura más suave de respeto con los niños y con las niñas, yo no sé si a ustedes les ha tocado y creo que no, que los agarren a todos a fuetes o que los agarran a todos a golpes los padres, yo les pregunto, ¿a ustedes les tocó que los golpearan mucho de chiquitos con fuete y con golpes y todo? ¿Qué dicen? ¿Los papás de ustedes los golpearon? De vez en cuando algún pellizco si le pegan a uno o alguna vaina cuando ya se desesperan que uno está demasiado necio. Pero entonces ustedes tienen que ver, tenemos que analizar la forma de relacionarnos con los mayores, el mayor awá para que ustedes entiendan los jóvenes ha sido más callado que ustedes, ayer lo decíamos, yo que estuve acompañando 16 años, a veces duraban 4 años, 5 años para hablar en una asamblea, para hablar en un curso, ustedes llevan 3 y ya todos están hablando, pero la gente mayor era difícil hablar, no hablaba, algunos en awapit, un cortico, un poquitico y otros ustedes no van a creer, 1 año, 2 años, 3 años, 4 años decían, Julio Pascal, gobernador tal parte y ahí sentaba otra vez y eso era todo lo que decía en 3, 4 días de curso y llevábamos 2 años haciendo curso, 4 años haciendo curso y por fin alguno hablaba, empezaba un poquito a hablar.
Entonces la costumbre awá no ha sido ofenderse, la costumbre awá no ha sido hablarse duro, hablarse bravo, ha sido respetarse y tenemos que mirar eso y lo hablábamos esta mañana también, si queremos, ustedes como jóvenes, como niños y niñas y los mayores, si queremos seguir viviendo nos toca tratarnos con suavidad y no escuchar y no oír y no seguir a los que están diciendo que los líderes son malos, que los líderes son ladrones, que los líderes y las autoridades hacen daño porque lo poquito que tenemos ha sido por la lucha de estas autoridades y de estos líderes que la han sufrido durante tantos años, 20 años sufriendo para lograrlo de ahorita.
Y no me canso de decirles, había una sola escuela con 50 niños y ahora hay más de 2.000 jóvenes y niños estudiando, 3.500, o sea de 50 que estudiaron ya han sembrado la semilla y les hago el reto, se lo voy a hacer a los jóvenes y a las jóvenes, les voy a poner la tarea, dentro de 20 años que han conseguido ustedes para su pueblo awá y se lo digo con el corazón, vamos a ver lo que van a recibir y están recibiendo hoy, ustedes están recibiendo una organización con 300.000 hectáreas tituladas, con las autoridades, con el colegio hasta sexto bachillerato, con las escuelas, con una IPS, con una emisora y el reto para ustedes es que le van a entregar a sus hijos, que le van a entregar dentro de 20 años al pueblo indígena awá.
Y vamos a estar Dios quiera que no estemos muertos y que vivamos para venir a tomarles a ustedes también la tarea, para venir a mirar y decirles en el año 2010, los 20 años de la UNIPA, de no tener nada, estábamos así y vamos viendo ahorita que nos dividimos, nos enfrentamos, nos acabamos entre los mismos o nos fortalecemos y ya tenemos proyectos productivos y ya tenemos una situación mejor de que haya muchos indígenas en la universidad, hay muchos retos y muchas necesidades, para ustedes mismos, ustedes quieren algunos estudiar, quieren ser médicos, ser abogados, ser ingenieros, ser agrónomos, tener producción de animales, tener producción, mejorar la medicina tradicional, fortalecerse como pueblo, entonces no le hagamos caso y se lo digo con claridad, no le hagamos caso a los malos aconsejadores, porque siempre hay y lo que quieren es debilitarnos, enfrentarnos y lo que quieren es envidia y quieren es coger el poder, coger la autoridad para hacer lo que se les dé la gana y no para respetar.
Y ustedes, déjense guiar de los buenos aconsejadores, pónganse líderes de los jóvenes y las jóvenes a los que de verdad, dar buen ejemplo, no es hablar bonito, es el ejemplo de la vida, ser buen hijo, ser buen miembro de la familia, ser buen papá, ser buen marido, ser buen amigo, ser buen compañero, porque no es nada más decir, criticar y hablar bonito y la vida de uno desbaratada. Todo en la vida será plata, eso es lo que dice, un dicho dice, solo el necio confunde valor y precio, oiga, solo el necio confunde valor y precio, todo tiene precio, ¿la mamá de uno tiene precio, la sangre de uno tiene precio, la tierra awá tiene precio? Entonces por plata podemos hacer cualquier cosa en la vida, por billete podemos vender a una hijita, a un hijito, podemos vender a cualquier, no. Hay derechos, hay fundamentos, hay principios, hay respeto.
Nota final
Transcripción literal de un mensaje del abogado Miguel Vásquez Luna (q. e. p. d.), líder y consejero Awá. Este texto fue recuperado de un audio grabado durante un espacio formativo de niñez y juventud, impulsado por autoridades y liderazgos de la organización UNIPA en articulación con UNICEF. Grabación realizada en Chachagüí, en la primera ocasión en que la niñez y la juventud escucharon directamente al abogado Miguel. Transcripción realizada y conservada por Javier Ramiro Guanga, hoy retomada para que sus consejos sigan vivos en nosotros en el tiempo.
La presente publicación se comparte con fines educativos, pedagógicos, culturales y comunitarios, con el propósito de mantener viva la memoria, fortalecer la reflexión intergeneracional y honrar la palabra de nuestros mayores.
Este archivo es de uso comunitario y pedagógico. Cualquier reproducción debe mantener su sentido original y reconocer la autoría del abogado Miguel Vásquez Luna (q. e. p. d.), así como la labor de grabación y conservación realizada por Javier Ramiro Guanga y por nuestra organización UNIPA.
Attɨm Awá cham mi putmanpa- Para que no se montee el camino Attɨm Awá