El día cuatro de julio año 2022 salí desde el sábalo a la vía Panamericana Tumaco Pasto, específicamente a la comunidad predio el verde cerca del corregimiento el Diviso que está aproximadamente a nueve horas. Durante esas duras andanzas conversaba consigo mismo que cada ser humano camina de acuerdo a su propio ritmo, uno sigue  su propio ritmo, porque si uno decide seguír el ritmo del otro, seguro se cansa, se agita, se desespera, terminando así por desepcionarse. ¿Por qué medité aquello? La razón fue muy sencilla, mi compañero Awá quien me acompañó en esta salida, el que iba adelante era mucho más rápido, mucho más fuerte, caminamos desde el sábalo en medio de la selva, cruzamos ríos y conversamos bastante, entre esos  cansacios y largas horas de camino iba haciendo reflexiones de manera interna, y todo fluia normal hasta entonces,  al final es donde las conversas que sosteniamos empezaron a apagarse, empecé a quedarme, empecé a detenerme y tomar aire y fuerza para terminar unas lomas tremendas, que parecen hechos para la competencia y para gente valiente. Mi compañero seguía como si nada aún cansado, el tenía la paciencia de esperarme unos buenos ratos, aun asi no le seguía su ritmo, creo que ya me empezó a afectar el hambre y el agotamiento físico. Por dichas razones en medio de ello con el sudor hasta en las venas decidí no seguir el trote de mi compañero, decidí seguir mi propio ritmo, dar mis propios pasos, entonces me cansé menos, iba lento pero seguro, iba cansado pero no rendido, allí me iba dando cuenta que a pesar de la lentitud que uno camina va avanzando, lo va logrando, sin mucha diferencia los dos logramos llegar al lugar y conquistamos el objetivo. El camino enseña, el cansancio enseña.